El 19 de julio de 2007 murió Roberto “Negro” Fontanarrosa. Fino y determinante viñetista que plasmó la argentinidad en el mundo y reinstaló la costumbre lectora de historietas.

Padecía una Esclerosis Lateral Amiotrófica que lo aquejaba desde hacía cuatro años. Tenía 62. Ya no escribía ni dibujaba, y el último tiempo tampoco podía hablar con sus amigos ni tomar un café en los bares. Las crónicas periodísticas de su despedida evidenciaron que Fontanarrosa fue un representante absoluto de lo que se celebraba un día después como cada año, el Día del Amigo.

Por ser visto como “el gran amigo de la argentinidad”, su cortejo fúnebre pasó junto a la Mesa de los Galanes del bar El Cairo, donde era fiel parroquiano, así como luego por la cancha de Rosario Central en Arroyito, donde los hinchas le dieron el último adiós. Desde aquel momento, el 19 de julio en Rosario los canallas celebran el “Día del amigo canalla”.

La artista plástica rosarina Flor Balestra fue muy amiga del “Negro” y en diálogo con Radiópolis Weekend (Radio 2) reconoció: “Extraño siempre tomar un café con él. Mue muy generoso, me abrió caminos cuando no había muchas dibujantes mujeres. Me emociona recordar ese día que lo despedimos. Era un hermoso ser, un hombre tímido, que vivía para dibujar”.

La artista plástica compartió el significado de Fontanarrosa según su mirada, y la referencia ineludible la encontró en su mayor pasión, el fútbol: “Para mí el Negro era Messi. Logró con sus dibujos y sus cuentos, lo que el mismo decía de las grandes manifestaciones que lo conmueven. Hay dibujos suyos que quizás no tenían ni una palabra y con destreza te pasaba la pelota y te cuenta cosas con profundidad y amplitud”.

Flor Balestra vivía en el mismo edificio que él, y en torno a su enfermedad precisó: “Recuerdo el día que estabamos en el bar y me dijo que le hormigueaba el brazo antes de saber su diagnóstico”. Pero evocó entre sus grandes aportes a la cultura que “el Negro volvió a poner en el centro la historieta, algo que se encontraba en los márgenes. Todos lo entienden y lo leen, no importa la edad o condición social”.

Destacó entonces que “tenía ese oído atento al habla coloquial: era una mosca que no se le escapaba nada. En el bar charlaba con uno y miraba las otras mesas. Una mirada brillante y mordaz sobre los estereotipos argentinos y las costumbres”.

Su humor, para Balestra, se encontraba “en su arte y sus personajes, una destreza plástica, cuando en realidad hablando era una momia”.

Una autocrítica sobre las emociones

Antes del diálogo con Flor Balestra, se pudo escuchar un fragmento de entrevista que le realizó Roberto Caferra a Fontanarrosa en El Tres unos meses antes de su partida. 

Se mostraba como siempre, racional y tranquilo, porque era tímido a pesar de su popularidad y su calidez. En la nota, reflexionó en torno a cómo reaccionar cuando algo resulta injusto: “Sería más saludable, en algunos casos, reaccionar insultando, enojarse y sacarlo, porque morfarse todas esas broncas hacen implosión en algún momento y pueden llevar a un problema de salud como el mío”.

Entonces Caferra le consultó si consideraba que su enfermedad era a causa de guardar las emociones, ante lo cual aclaró: “No digo mi cuadro. Pero si rebobinás en el tiempo de quienes padecemos esto, todos hemos atravesado un problema emocional jodido y pesado”.