La selección volvió a dar la talla en la doble jornada de eliminatorias que empezó a definir la mayoría de los cupos al Mundial, un objetivo que para Argentina ya estaba abrochado desde la fecha Fifa anterior. Como dice Scaloni “el fútbol no es sólo jugar bien”, en realidad debería cambiarse a jugar lindo. Porque dar una prueba de carácter en adversidad (un jugador menos) es jugar bien.
Se toma como referencia puntualmente el partido con Colombia por su mayor envergadura en desmedro de Chile, que muestra su realidad en la tabla de posiciones.
“El fútbol no es solo jugar bien... Hay que darle mérito al rival, ha venido a hacer su partido. Sobre todo en el primer tiempo no encontramos el funcionamiento. En el segundo tiempo cambió la dinámica, intentamos llegar más, tuvimos situaciones, aún con la expulsión de Enzo (Fernández), llegamos. Es bueno saber que no se ha perdido el carácter. Nos vamos conformes, siempre hay cosas para mirar”, dijo el entrenador en el cierre de una nueva puesta en escena de la selección que dio el piné en un partido con ventajas, como frente a Chile, y en adversidad, como ante Colombia.
Más allá de las vicisitudes de los partidos, que son todos diferentes, Argentina no para de estar a la altura de las circunstancias. Es un ciclo virtuoso que se retroalimenta permanentemente y siempre da la talla. Hasta cuando las cosas no salen del todo bien. En esos casos, aprieta los dientes y va.
La referencia no es sólo a los resultados, se refiere fundamentalmente al funcionamiento del equipo, que saca de sus bolsillos la estrategia más adecuada para cualquier contingencia.
A esta altura del recorrido, es difícil discutir el nombre de los jugadores titulares de un equipo que, además, a pesar de los apellidos, siempre responde, aunque pueda perder, porque tiene funcionamiento.
De no pasar nada raro, no es difícil imaginar el equipo ideal: Dibu; Molina, Romero, Otamendi y Tagliafico; De Paul, Mac Allister y Enzo; Messi, Julián y Almada. Y si no es Thiago, es Lautaro. Bien podría decirse que Scaloni tiene 12 titulares. De aquí al Mundial las cosas pueden cambiar, pero, parece difícil en el marco de un andamiaje que funciona casi a la perfección.
Llegará el final de las eliminatorias en septiembre, un par de enfrentamientos frente a rivales menores en noviembre y después el año del Mundial.
Probablemente la Finalissima frente a España en marzo y luego la Copa del Mundo.
Quizás falten, como sucede en los últimos años por culpa de las agendas completas, roces con selecciones europeas. Para Qatar no fue necesario, aunque siempre deja más y mejores mensajes y conclusiones un rival importante que otro débil.
La sensación es que de aquí a allá, salvo contingencias, no habría que tocar mucho.
Se insiste, la selección argentina transita un ciclo virtuoso que no tiene precedentes. Y Scaloni sabe gestionarlo.
La administración de los tiempos de Messi, a los casi 38 años, es una prueba concluyente de esa virtud.