“Un proceso de duelo personal transitado en el pasado, en el que se pueden identificar emociones muy fuertes y, que a su vez, cuentan una historia”, así define la rosarina Federica Barletta a su primer libro, Poesía para el resto de la vida. El 18 de julio de 2012, con 14 años, protagonizó un siniestro vial con su familia. Fallecieron sus padres y sus tres hermanos. Desde ese día, “el mundo murió como lo conocía”.
Casi trece años después, alza su voz, enciende su prosa y materializa en Poesía para el resto de la vida su proceso más íntimo. Es un libro en el que conviven la sensibilidad y el dolor. La tenacidad y la tristeza. Las ganas y el enojo.
Al comienzo, advierte que habla de la muerte, pero aclara que también “de todo lo que sigue después de la muerte”. Describe cómo fue amigarse con ese mundo. Ese mundo que murió cómo lo habitaba. Esa rutina que dejó de ser.
Lo hace a través de cinco capítulos (Bloqueo, Desasosiego, Tormenta, Acuerdo, Liberación), que representan las etapas del duelo. Pero también señala que “el proceso del duelo no es algo lineal. No es ordenado. Que el libro esté ordenado es algo que forma parte de la edición. El duelo no es cronológico, aunque en el libro esté así, no fue lo que pasó en la vida real”.
Pérdida. Dolor. Entender a la muerte como parte de la vida. Culpa. Comparación. Disfrute. La amistad como algo “inquebrantable”. Contención. Decisión. “Habilitadores”. Algunos de los conceptos y puntos que desglosa, cuestiona y aborda en conversación con Rosario3.
Una extensa charla sobre cómo su proceso de duelo se convirtió en versos.
–¿Cómo surge la idea de escribir el libro?
–Venía escribiendo hace mucho tiempo, me había mudado a Madrid a principios de 2023 y justo coincidió que unas amigas me iban a visitar. Me llevaron varios cuadernos que escribí y que había dejado en Argentina. Siempre tuve cuadernos como diarios íntimos. Siempre llevaba un cuaderno conmigo, primero para tener un recuerdo del viaje, pero después se volvió necesidad.
Me encontré en un momento con todos mis libros en Madrid, desempleada y con tiempo libre. Pasé lo que tenía en esos cuadernos a una computadora. Una amiga, Malena, fue la persona que iluminó la idea de que el libro saliera a la luz. Sin mis amigas, el libro no hubiera sido posible.

–¿Por qué poesía?
–Porque es con lo que más conecto. Cuando leo una frase que es corta y dice muchas cosas en pocas palabras, es con lo que me siento identificada. La poesía es lo más inútil del mundo y lo más útil a la vez. Hay muchas cosas que digo con mucho dolor, pero las pienso de otra forma. Por eso, el acompañamiento del diseño del libro es trascendental.
La poesía es para mi un lugar de calma, de tranquilidad, es una herramienta con la que me siento identificada con sentimientos del otro. Que me hagan sentir más comprendida y humana.
–A partir del 18 de julio de 2012, decís que “murió para vos el mundo tal cual cómo lo conocías”
–Además de un duelo por terceras personas, un duelo muy importante para mi fue el duelo de mi adolescencia, el duelo de mí misma, el duelo de una vida. La pérdida puede ser de un montón de cosas: una casa, una rutina, formas de hacer las cosas, y hasta cómo te hacen el nesquik a la mañana. Eso fue abrupto.
–¿Cómo fue amigarte con ese mundo nuevo?
–Difícil. Hubo y todavía hay, mucho enojo. La tristeza no se va nunca, cambia de forma. Aprendí a identificar cuándo me siento más o menos triste. No voy a decir que pasa menos o que deja de suceder, pero aprendes a identificarlo. Al final todos tenemos que aprender a vivir con eso…
La tristeza no se va nunca, cambia de forma.
–Al principio de todo, haces una advertencia en torno a “hablar de muerte”
–Hice terapia especializada en Tanatología (disciplina científica que estudia la muerte y el duelo, con el objetivo de ayudar a las personas a encontrar sentido y aceptación a la pérdida).
Nosotros no sabemos nada de la muerte, no hay cultura de la muerte en Argentina, hablando desde un lugar intelectual. La muerte no es un tema de conversación frecuente. Y eso es algo cultural. La muerte forma parte de la vida.
A mi no me gusta cuando se refieren a algo como “se fue”, “partió”. No se fue ni partió, esa persona murió. Hay que nombrarlo de la manera que sucedió. Una parte de asimilar la muerte, como cuando se nace, es poder nombrarlo como es y me pareció importantísimo poder nombrar a la muerte en el libro, con palabras simples.
La muerte forma parte de la vida.
–En el libro hacés mención a sobre cómo los medios de comunicación abordaron y comunicaron el accidente
–Con las palabras se pueden hacer muchas cosas lindas. Pero también se pueden usar las palabras para agravar o atraer. En el caso de los medios, a veces se pierde la individualidad de la persona a la que le sucede la historia que cuentan en ese afán de atracción al público. El morbo es un gran negocio.
–¿Y por qué crees que la gente consume eso?
–Las personas muchas veces agarran historias ajenas para canalizar su propio dolor. El verdadero dolor, es el propio, pero es mucho más fácil cuando hablas del dolor del otro. Creo que la combinación entre usar palabras para atraer y que la gente canaliza su dolor a través de la historia de los demás, forma como el combo explosivo de oferta-demanda y eso, sin dudas que, puede afectar al protagonista de la historia.
Una parte de asimilar la muerte, como cuando se nace, es poder nombrarlo como es.
–Otra de las aristas que aborda el libro tiene que ver con la “comparación del dolor”
–Agarrar la historia del otro para que sea peor que la de uno, no solo es cínico, sino que no merma el dolor. Vos no vas a valorar más a tu familia porque te ves espejado en otro que la pierde. Eso me parece muy vacío. Y sí, me lo dijeron.
Compararse es una pérdida de tiempo. No tiene sustento. Me parece egoísta esa postura. Valorá primero a tu mamá y después sensibilizate por la persona que no la tiene. Hay mucho individualismo y es una excusa para no ponerse triste porque vinculamos a la tristeza con algo negativo. Todos nos ponemos tristes. Lamento decirles.
Siempre vas a salir ganando o perdiendo con alguien si te comparas. Nadie está exento. Todos estamos condenados a tener que vivir un proceso de duelo alguna vez en la vida.
–Hacés mención a la culpa, la mirada ajena, la exigencia de ese otro, ¿cómo lidiaste con eso?
–Te da culpa estar bien. Es muy difícil cuando mucha gente te dice cómo deberías actuar. Es difícil pararte sin culpa, en contra de todo eso. La gente piensa que “es lo peor que le podría pasar a alguien”. Sostener que eso no es tan así no es fácil. Hasta que un día me reí sin pensar que se habían muerto mis padres ¿eso está mal?
Al final de todo esta vida es mía. Tengo que hacer con ella cosas buenas. Yo también me voy a morir en algún momento.
Todos estamos condenados a tener que vivir un proceso de duelo alguna vez en la vida.
–Entiendo que esas risas no vinieron solas durante ese proceso, ¿cuán importante es tener una red de contención?
–Si uno decide ir en contra de lo que mucha gente dice, está bueno estar acompañado en ese camino. Hay gente que habilita esa liberación. Tuve mucha contención, desde la amistad y la familia. No sostengo esta bandera sola, el camino es acompañado. Buscar gente que habilite. Gente que sostiene y acompaña. Pero la decisión es de uno.
Nadie puede acompañar a quien no esté dispuesto a ser acompañado.
La necesidad de mis amigas fue desde el principio, se te cae todo menos la amistad. Perdí muchas cosas, no solo a mi familia. Yo sabía que se me podía caer cualquier cosa menos a mis amigas. Desde ese lugar creo que el libro está concebido. El poder animarme a decir las cosas sabiendo que tengo una amiga atrás que está cubriendo mis ideas.
–Animarte, decís. ¿Cómo es animarse a publicar tu primer libro?
–Durante el proceso de escritura tuve muchos habilitadores. Todo lo que uno emprende desde cero y que nunca hizo, siempre necesita de otro. Una cosa es escribir un libro, otra cosa es publicarlo. El miedo al qué dirán está siempre, con cualquier cosa que escribis y expones. Esto de pensar si está bien o mal exponer algo que me pasó, pero después uno se da cuenta de que no le importás tanto a la gente.
Nadie se levanta todos los días y piensa en la familia Barletta, yo soy la que tiene eternamente esa historia conmigo. Creo que mi historia, no solo por el accidente, sino en lo general, es lo que más puedo defender en esta vida.
Nadie puede acompañar a quien no esté dispuesto a ser acompañado.
“Hay muchas cosas que digo con mucho dolor, pero las pienso de otra forma. Por eso, el acompañamiento del diseño del libro es trascendental”, dijo Federica durante la charla. Es que cada página a medida que se avanza con la lectura, cada poesía, cada frase, esas que resuenan, que a uno le quedan rondando en la cabeza, se complementan con ilustraciones. Con colores vibrantes. Que estampan la vida. Y también la muerte.
Un diseño profundamente simple
Malena Yurman,, licenciada en Diseño Gráfico, conversó con Rosario3 sobre cómo fue ese proceso creativo para diseñar el libro. “Fede tiene una capacidad de poner sentimientos muy profundos en palabras muy simples. Y el diseño intenta representar eso mismo, con ilustraciones sencillas y espontáneas que acompañan cada poema sin quitarle protagonismo a lo escrito”, dice.
Señala que, “que sea un libro sobre etapas de un duelo no quiere decir que tenga que ser triste y oscuro, y el diseño intenta dar apoyo a esa intención a través de la amplia paleta cromática”.

“Los colores se integran en degradados que van acompañando el proceso desde la niebla del comienzo hasta la calma del final, empezando por tonos fríos, pasando por el rojo del enojo, luego el celeste de la tristeza, que poco a poco abre paso a los colores alegres de la aceptación y liberación: verde, amarillo, naranja y rosa”, describe.
De acuerdo a lo que relata la diseñadora, los dibujos de Poesía para el resto de la vida “son de un estilo humano y amigable, están trazados a mano relajada, no buscan la perfección, como los sentimientos que surgen en el proceso de ella de forma natural”.
Poesía para el resto de la vida está disponible en librería Gatoeterno (Zeballos 1460), librería Puerto libro (Corrientes 857) y librería Técnica (Córdoba 981). También se puede comprar a través de la web Tienda Pam y en su versión digital acá.