Es tan viejo como la política: los espacios que se dejan vacantes alguien los ocupa para sacar provecho de ellos. Esa verdad volvió a quedar certificada este viernes en el acto institucional por el Día de la Bandera en Rosario. Javier Milei decidió quedarse en Buenos Aires en lugar de viajar a la ciudad, no mandó a ningún funcionario a representarlo a la cita del Monumento y la vicepresidenta Victoria Villarruel llamó a las autoridades locales para avisarles: allá voy. ¿Para qué quedarse en Buenos AIres? ¿Para volver a sufrir el destrato del presidente como pasó en el Tedéum del 25 de Mayo en la Catedral porteña?
Pero no fue el jefe del Estado el único ausente. Tampoco estuvieron los legisladores locales de La Libertad Avanza ni los diputados y concejales del peronismo y Ciudad Futura. De la oposición, solo el senador Marcelo Lewandowski -que se sentó junto a Carolina Losada y Villaruel en primera fila- y el diputado Miguel Rabbia se llegaron hasta la explanada del Monumento, donde sí había decenas de funcionarios y legisladores de Unidos.
El que aprovechó, entonces, fue el intendente Pablo Javkin que, a nueve días de las elecciones en las que se renovarán la mitad de las bancas de representantes para el Palacio Vasallo y con su candidata Carolina Labayru al lado, chicaneó: “Me hubiera gustado que estuvieran todos los concejales de la ciudad. El presidente tiene que viajar, pero ellos están acá”.

Consultada luego por Rosario3, la concejala de Rosario Sin Miedo Caren Tepp respondió: “No tiene sentido ir a un acto al que el oficialismo te convoca para aplaudir sus discursos, pero después en la gestión nunca te llaman para debatir políticas. Ese simulacro de defensa de las instituciones no lo avalamos”. Su colega Norma López sumó un rechazo a la presencia de Villarruel, que "reivindica el terrorismo de Estado".
El Día de la Bandera es la fiesta de la ciudad. Y por más tensas que estén las relaciones en la recta final de la campaña, es un hecho inédito que oficialismo y oposición no puedan compartirla, en una provincia y una ciudad que supieron vanagloriarse de tener una cultura de convivencia democrática mucho más marcada que la Nación y otros distritos.
Tanto el arzobispo Eduardo Martín en su invocación religiosa, como Pullaro y Javkin en sus discursos, mencionaron la bandera de Manuel Belgrano como un símbolo de todos, como un manto que invita a respetar al que piensa diferente. Villarruel, que como no llegó como representante formal del gobierno nacional por protocolo no pudo hablar en el acto, fue por el mismo lado cuando respondió brevemente las preguntas de la prensa.
Aunque también aprovechó la oportunidad para marcar diferencias con Milei, tanto por haberse quedado en Buenos Aires como por su política económica. “Hoy no hay mejor lugar para estar en la Argentina que en la ciudad de Rosario”, dijo sobre lo primero. En cuanto a lo segundo, remarcó que Belgrano era alguien que promovió y defendió “la industria, el comercio y el campo”.

La sintonía con Javkin y Pullaro fue evidente. El intendente y el gobernador también apuntaron a la ausencia del gobierno nacional y criticaron aspectos de la gestión Milei, como la falta de una política productiva y su carácter unitario, aunque matizaron con un agradecimiento por haber revertido el “abandono” de la administración anterior en el tema seguridad.
Es que en todo discurso político siempre hay un “contra quién”. Y el blanco elegido por los principales dirigentes de Unidos para Cambiar Santa Fe, como se refleja en la estrategia de campaña, no es el gobierno nacional, con el que comparte electorado, sino el pero-kirchnerismo.
En esa línea, el más duro fue Javkin. “Todos los que estamos acá sabemos lo que hemos vivido. Y no lo vamos a olvidar. Rosario sufrió mucho. Pagamos con vidas el abandono de algunos; pagamos con horror el silencio cómplice de otros. Soltaron presos, liberaron las cárceles, nos dejaron solos en manos del terror. Pero pesa sobre sus conciencias una certeza: Belgrano nunca hubiera hecho eso”, dijo sobre las gestiones justicialistas. Sí, lo de tender la mano al que piensa diferente fue relativo.
Como sea, el gobernador y el intendente pusieron foco no solo en el pasado -la ciudad que estuvo a un paso de “quedar en manos de las mafias”- y el presente -la Rosario que según ellos salió de esa crisis, resurgió y ahora "puede recibir de nuevo a sus ídolos" (por Ángel Di María), sino también en el futuro.
Futuro que Pullaro ató, con enfoque nacional, en la defensa del campo -con un nuevo reclamo contra las retenciones- y la industria -con un pedido expreso al presidente para que limite la apertura de importaciones-. Es decir, una reIvindicación de la Argentina productiva, postergada por el modelo de Javier Milei y los gobiernos porteñocentristas. El país del interior, del cual proclamó a Rosario como su capital.
Dentro de ese eje, el mandatario provincial inscribió el lanzamiento de una segunda etapa de su gestión para la ciudad: superada la crisis extrema de violencia e inseguridad, el foco -dijo- estará en la concreción de un ambicioso programa de obras públicas.
No fue casual: la semana pasada ese plan quedó blindado a partir de que la Legislatura habilitó al Ejecutivo a tomar deuda por 1.150 millones de dólares para infraestructura.
Una vez terminado el acto institucional, las autoridades y funcionarios ingresaron al patio cívico del Monumento, donde miles de alumnos de cuarto grado de escuelas de Rosario y otras ciudades del país esperaban para la ceremonia de promesa a la bandera. Allí, la vicepresidenta tuvo la posibilidad de un rol más protagónico: junto a Pullaro fue quien invitó a los chicos a que pronunciaran el “sí, prometo”.
Se la veía contenta, emocionada. No debe haber sido poco para alguien a la que el presidente disciplina convirtiéndola en decorado. En Rosario, recibió muestras de cariño y el trato respetuoso y cordial de las autoridades provinciales y locales. Cosas normales en democracia, un sistema en el que ella muchas veces pareció descreer, al punto de reivindicar a quienes en el pasado atentaron contra él y fueron condenados por violaciones a los derechos humanos.
Así, en el lugar donde Cristina Kirchner -un 27 de febrero- pronunció su “vamos por todo” para luego comenzar un camino que hoy la llevó a estar presa, y Mauricio Macri le hizo cantar a chicos de 9 años su consigna electoral “sí se puede”, Milei dejó un hueco y Victoria Villarruel se coló en la foto. Sí, todo está patas para arriba. Pero los actos por Belgrano y la bandera en el Monumento siempre dan tela para cortar.