Un marino mercante de origen filipino, identificado como Rowel Tagalera, fue imputado este lunes por su presunta participación en el contrabando de estupefacientes hallados el pasado 30 de abril a bordo del buque MV Ceci. Puntualmente, se le atribuye haber colaborado en la “contaminación” de 469 kilos de cocaína descubiertos en esa embarcación mientras permanecía amarrada en el puerto Vicentin, en San Lorenzo.

La audiencia estuvo a cargo del juez federal Carlos Vera Barros y contó con la intervención de fiscales del Área de Casos Complejos y de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), en el marco de una investigación impulsada por el Ministerio Público Fiscal, indicaron fuentes judiciales.

En la audiencia se resolvió tener por formalizada la investigación penal y se dictó la prisión preventiva de Tagalera por el plazo de 60 días. “La medida fue adoptada en función de los riesgos procesales vigentes y la gravedad del hecho investigado”, señalaron escuetamente desde los Tribunales Federales.

El arresto de Tagalera se produjo cuatro días antes, cuando el imputado arribó en otro buque a la misma terminal portuaria de San Lorenzo. Prefectura Naval lo esperaba en el lugar en el marco de un procedimiento previamente dispuesto.

Como publicó Rosario3, la droga fue incautada el 30 de abril en un buque mercante con bandera de las Islas Marshall, luego de que el capitán de la nave alertara sobre la presencia de paquetes sospechosos en la cámara frigorífica donde se almacenaban alimentos.

En esta causa ya fue imputado el cocinero del barco, Jonathan Caputero, de 50 años, quien en su descargo aceptó su responsabilidad en la maniobra de contaminación de la carga. Según los peritajes, la presencia de restos de agua salada en los bultos que contenían los ladrillos de cocaína hizo inferir que el cargamento fue incorporado en cercanías de Montevideo, en aguas del Océano Atlántico, y no en el agua dulce del río Paraná.

La hipótesis se refuerza con el dato de que el buque había recalado en inmediaciones del puerto de la capital uruguaya antes de su arribo a San Lorenzo. Lo llamativo es que, tras zarpar desde el cordón industrial, la embarcación debía volver a pasar por Montevideo con destino final en Ámsterdam, Países Bajos, adonde se presume iba dirigido el cargamento, de valor millonario.

Los dos marinos filipinos detenidos, sin embargo, no serían más que eslabones fungibles: habrían colaborado a cambio de dinero con una organización criminal de la que aún no se conocen detalles ni responsables identificados.