El intendente Pablo Javkin presentará este martes, ante la Asociación de Empresarios de la Vivienda (AEV), el proyecto de ordenanza que busca reactivar la tipología de torre como alternativa constructiva en el área central y corredores estratégicos de la ciudad. La iniciativa se elevará formalmente al Concejo Municipal, tras meses de trabajo con la comisión asesora y el sector privado.
Desde mediados del siglo pasado, la tipología de torre definió buena parte de su modernización edilicia, permitiendo la proliferación de departamentos de calidad, plantas bajas con vida comercial y manzanas ventiladas. Sin embargo, el auge se frenó: nuevas ordenanzas, intereses encontrados y una lógica de aprovechamiento máximo del suelo entre medianeras dieron paso a un tejido urbano más compacto, con edificios bajos, bloques pegados y escasa ventilación natural.
A lo largo de los 90 y principios de los 2000, Rosario fue restringiendo la altura permitida y complicando la factibilidad de levantar torres, bajo la idea de evitar “paredones” y saturación de servicios en zonas residenciales. Pero en la práctica, se consolidaron manzanas cerradas por medianeras, edificios de baja altura que ocupan todo el lote y dificultades para ventilar patios y espacios comunes. La ciudad perdió permeabilidad y, paradójicamente, densidad bien planificada.
La propuesta tiene un objetivo claro: permitir edificaciones más esbeltas, permeables y amigables con la luz y la ventilación natural, reemplazando la lógica de bloques continuos entre medianeras que consolidaron la trama urbana rosarina en las últimas décadas.
¿Dónde se podrá construir en altura? El área de aplicación se concentrará en el primer anillo central y los principales corredores, como bulevares Rondeau, Eva Perón y San Martín, ajustando la altura máxima a la relación entre el retiro de medianeras y un factor de edificabilidad que varía según la zona: 12 en el área central, 8 en corredores intermedios y 6 en corredores más periféricos. De esta forma, cuanto más se retire un proyecto de los límites linderos, mayor altura podrá alcanzar.
Un punto clave es que no será obligatorio unificar terrenos contiguos para construir torres, como exigían ordenanzas previas que trabaron desarrollos y encarecieron la tierra. Ahora, cualquier lote de más de 1.000 metros cuadrados podrá calificar para la tipología, reduciendo negociaciones forzadas con propietarios vecinos.
Además del impulso en altura, el plan viene con condimentos “verdes”: se fomentarán las cubiertas vegetales, la permeabilidad de las plantas bajas para dinamizar la actividad comercial, y se incentivará dejar al menos un 30% del terreno como superficie absorbente a cambio de exigencias más flexibles en cocheras.
Puerto Norte y otras zonas con planes de detalle seguirán regidas por sus normativas específicas, aunque la idea es que la nueva regla de torres simplifique y mejore la calidad arquitectónica en el resto de la ciudad, reemplazando regímenes diferenciales que no dieron los resultados esperados.
Desde el Ejecutivo destacan que la norma nace con amplio consenso de desarrolladores y constructores, y se presenta como una herramienta para modernizar el skyline rosarino y reactivar la inversión inmobiliaria, equilibrando densidad, calidad de vida y criterios de sostenibilidad ambiental.
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