Abril trajo un dato curioso en el siempre movedizo mercado de la construcción rosarina: mientras la superficie aprobada para edificar se disparó —más del doble que en marzo—, la cantidad de permisos otorgados quedó en apenas 76. Un número que no solo queda muy por debajo del promedio mensual histórico de 179 (tomado de los años 2010 a 2019), sino que mantiene una tendencia preocupante.
Aunque los metros cuadrados autorizados alcanzaron los 27.545 m² —con una distribución inusual donde predominó el uso no residencial (65,2%)— el balance acumulado de 2025 sigue dando mal: 37,9% menos que el mismo período de 2024.
En otras palabras, se construye más en superficie pero con menos actores. Como si pocos proyectos absorbieran mucha tierra.
El informe técnico de la Dirección General de Estadística de la Agencia Rosario Digital detalla que el pico de abril fue una excepción dentro de una curva descendente. En los últimos doce meses, salvo enero, todos los meses arrastran cifras negativas en la comparación interanual.
El dato de abril sugiere que algunas inversiones se están activando en obras de perfil comercial o industrial, mientras el segmento residencial, que suele ser el termómetro del pequeño inversor, aún está en recuperación lenta… o en un letargo por el contexto macroeconómico.
En una ciudad donde el ladrillo supo ser refugio, Rosario aún no termina de despegar pese a la cantidad de proyectos que sucesivamente pasan por el Consejo pidiendo excepciones para construir más metros.
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